La ciencia española no necesita tijeras
En los siglos V y IV a.C., Empédocles (el tipo que descubrió la fuerza centrífuga) y Euclides (el primero que afirmó que la suma de los ángulos interiores de un triángulo es 180º) escribieron algunos de los primeros tratados de óptica.
Más o menos por esa época, Aristóteles y Euclides ya estudiaban la cámara oscura, aunque fue bastante después, en 1604, cuando Johannes Kepler describe detalladamente el funcionamiento de la misma, que más tarde le llevaría al descubrimiento del telescopio.
Un par de siglos más tarde, en 1826, a Nicéphore Niépce se le ocurre cubrir una superficie con betún de Judea, que se endurece al contacto con la luz, y dejarla expuesta durante varias horas en una cámara oscura. La historia del betún de Judea, que viene a ser un tipo de asfalto, se remonta a la noche de los tiempos, allá por Mesopotamia y Asiria. Desde los médicos egipcios y babilónicos, pasando por las técnicas de destilación usadas por árabes y persas, esta sustancia recorrió un largo camino hasta convertirse (literalmente) en la base de las primeras fotografías fijas. Y eso que 300 años antes, allá por 1520, Georgius Fabricus ya había observado las propiedades fotosensibles de las sales de plata.
Volviendo a la luz, en sí misma: Pitágoras (582-507 a.C.), que describió sus observaciones sobre la refracción luminosa, Snell (1580-1626), que la formalizó en una Ley, Descartes, que dió forma matemática a la refracción y describió la luz como una onda, Pierre de Fermat (1601-1665) (el del teorema), que unificó los estudios de la refracción y la reflexión, Newton (1643-1727) y sus profundos estudios sobre la óptica y el color, y su opinión de que igual la luz era más bien una partícula que una onda, Fresnel (1788-1827), que dedicó su vida al estudio de la luz y dió nombre a la famosa lente.
Cambio de tercio y vamos a la década de 1860, cuando Maxwell publica sus famosas Ecuaciones describiendo el electromagnetismo. Que a saber para que querrían en el siglo XIX entender algo sobre electromagnetismo, pero sus ecuaciones fueron la base de la radio, la televisión, y, con el tiempo, hasta de los microprocesadores. ¿Sabían, por cierto, que Maxwell fue también el autor de la primera fotografía en color?
No quiero alargarme mucho así que sólo mencionaré de pasada a Ohm, Gauss, Ampere y Faraday, padres de la electricidad y la electrónica modernas. Tampoco me extenderé con John Bardeen, Walter Houser Brattain y William Bradford Shockley, que en 1947 inventaron el transistor en los laboratorios Bell. Sin estos ganadores del Nobel de Física de 1956 usted no tendría un iPod, amable lector. Ni estaría leyendo esto en su pantalla. Ni habría microprocesadores en mi cámara.
Hablando de Nobeles y de cámaras, ayer mismo se anunció que el Nobel de Física de este año caía en Charles Kao, Willard Boyle y George Smith. Estos dos últimos inventaron en 1969, mientras trabajaban para la Bell, los CCD, dispositivos que transforman la luz en cargas eléctricas.
Gracias a la contribución de todas estas personas y de muchas otras, algunas famosas y muchas otras anónimas, yo hoy he podido hacer unas cuantas fotos con mi cámara digital.
Obviamente, los descubrimientos de estas personas han servido para otras muchas cosas, por no hablar de los aportes de cientos de miles, millones de investigadores a lo largo de toda la historia de la humanidad. Pero este es un blog de fotografía, así que hablo de la parte que me toca.
Y si fuera un blog de cualquier otra cosa también podría hablar de la parte que me toca, porque la ciencia y la tecnología nos rodean e impregnan todas nuestras vidas. Desde el vidrio tratado de las ventanas de casa hasta la bolsa de plástico del supermercado, pasando por el protector solar del verano o las fibras del polar de invierno.
Y es que no es el ladrillo lo que nos hace progresar, ni el fútbol, ni las televisiones, es la Ciencia. Es lo que construye nuestro futuro. Y por eso, me parece muy mal que el gobierno español quiera reducir en una tercera parte los presupuestos de I+D+i para 2010.
Porque la ciencia española no necesita tijeras.
Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre.
Carl Sagan
La ciencia española no necesita tijeras
Y es que no es el ladrillo lo que nos hace progresar, ni el fútbol, ni las televisiones, es la Ciencia. Es lo que construye nuestro futuro. Y por eso, me parece muy mal que el gobierno español quiera reducir en una tercera parte los presupuestos de I+D…