Arnold Newman, maestro del retrato

retrato de Igor Stravinsky, apoyado sobre un piano que ocupa casi toda la imagen con su cola abiertaArnold Newman, uno de los más grandes retratistas de la historia de la fotografía, ha fallecido de un ataque al corazón a la edad de 88 años.
Especializado en el retrato de artistas y políticos, por delante de su cámara pasaron algunas de las figuras más importantes del siglo XX, desde Marilyn Monroe a Pablo Picasso, pasando por Igor Stravinsky (imagen que ilustra esta entrada), Woody Allen, George Harrison, Golda Meir, Yasser Arafat, Isaac Asimov, J. F. Kennedy o Bill Clinton, entre otros muchos. Incluso realizó un inusual retrato en 1964 al Generalísimo, Francisco Franco, una imagen que no he logrado encontrar (más sobre esta foto más adelante).
Nacido en Nueva York en marzo de 1918, empezó su carrera en la fotografía en un estudio fotográfico de Filadelfia, dos años después de empezar a estudiar pintura en la Universidad de Miami. En 1941 presenta su primera exposición en la galería Composing Room, y en 1947, siendo ya un reconocido especialista en el retrato, realiza su primera portada para Life, revista en la que publicará habitualmente, junto a Fortune, Newsweek, Esquire o Harper’s Bazaar (esta última, por cierto, rechazó publicar su retrato de Stravinsky, que acabó siendo una de sus fotos más conocidas).
Fue el pionero de lo que llamó «retrato ambiental», en el que colocaba al sujeto de la imagen en su ambiente habitual de trabajo, y usando a menudo grandes angulares para captar un amplio segundo plano que llenaba de contenido la figura de la persona retratada. Sus composiciones eran muy cuidadas, al extremo de que llegó a afirmar que «la fotografía es un uno por ciento de talento y un 99 por ciento mover muebles».
Entre sus imágenes más famosas se encuentra la serie que realizó sobre Marilyn Monroe meses antes de la muerte de la actriz. Al contrario que en sus sesiones habituales, meticulosamente controladas y preparadas, en este caso fue una sesión completamente natural, en la que las fotos fueron tomadas en el desarrollo de una fiesta en la casa del productor Henry Weinstein. Su implicación con las personas que retrataba era muy intensa, como se refleja en su narración del retrato de Otto Frank, el padre de la tristemente famosa Anna Frank: «¿Como iba a pedirle a este hombre que posara? No pude. En vez de eso, simplemente esperé, y Otto se quedó muy pensativo. En ese momento tomé la fotografía». Cuando acabó la sesión, ambos se abrazaron y se pusieron a llorar.
El artista protagonizó una simpática anécdota en su retrato de Franco: enviado a España para hacer esa foto para la revista Holiday Magazine en 1964, se encontró con numerosas pegas y retrasos a la hora de preparar la sesión. Cansado de esperar, y sabiendo que su teléfono estaba intervenido, llamó a su editor y le dijo que había sido imposible realizar la sesión, y que sintiéndolo mucho, iba a tener que volver sin las fotos. A las pocas horas, recibió una llamada del personal de Franco, y pocos días después retrató al General en una sala de El Prado, vestido de traje civil, y reflejando su aura dictatorial.

No hacemos fotos con nuestras cámaras. Las hacemos con nuestro corazón y las hacemos con nuestras mentes, y la cámara no es más que una herramienta.

Arnold Newman

La Fotografía, como todos sabemos, no es real después de todo. Es una ilusión de la realidad con la que creamos nuestro propio mundo privado.

Arnold Newman

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